lunes, 31 de agosto de 2009

"..Sino fuera por Palermo.."


Palermo se dedica a ganar partidos y Boca se lo agradece porque aún no tiene equipo ni funcionamiento para garantizar triunfos. Palermo sobrevive a épocas, modas, cambios de técnicos, graves lesiones, distintos compañeros de ataque, rivales de mayor o menor envergadura. También a la posibilidad de distraerse con las internas de la barra brava, de las que debería distanciarse para que luego no le pasen facturas que su enorme trayectoria de goleador no se merece que manchen.
El nuevo Boca salió a flote gracias a su viejo goleador. Mientras el equipo no aparece en su mejor dimensión y Riquelme pasa más tiempo en la enfermería que en la cancha, Palermo vuelve a ser solución, como en infinidad de ocasiones. Obliga a cambiar el foco de observación. Deja en un segundo plano lo que había sido su discreta actuación y la del resto del equipo para que se pase a exaltar un triunfo muy valioso, porque Lanús le había jugado a Boca con la grandeza y espíritu competitivo que desde hace un tiempo lo muestran como uno de los referentes del fútbol argentino.
Lanús hizo un buen partido y la derrota fue un castigo excesivo, pero dejó algunos cabos sueltos que un especialista del gol se los hizo pagar a un precio muy alto. Lanús concedió muchos córners, casi una decena. Y Palermo vive de que le cuelguen alguna pelota en el área. Del resto se encarga él, con su oficio, sagacidad para fabricarse espacios y desprenderse del marcador de turno. En la mayoría de los córners, Palermo no había tenido posibilidad de intervenir. A los 32 minutos del segundo tiempo, un nuevo tiro de esquina de Mouche fue conectado sin la debida potencia y dirección por el N° 9 de Boca. Lanús estaba avisado, pero pecó de ingenuo. Palermo no se desmoraliza en ninguna circunstancia y lo único que necesita es tener otra oportunidad. A los 34 cayó otro córner de Mouche, mientras Hoyos lo perdía a Palermo, que por detrás de casi todos sacó uno de los cabezazos que figuran en su repertorio: de emboquillada y cruzado, con la parábola justa para que entrara en el arco sin que nadie de Lanús pudiera evitarlo.
En ese momento, Boca había salido un poco del ahogo al que lo había sometido Lanús, que ayer extrañó a Sand porque Salcedo no repitió la eficacia que había mostrado hace una semana ante Huracán. El paraguayo se equivocó como no lo hizo Palermo: desperdició un mano a mano ante Abbondanzieri tras una muy buena asistencia de Blanco y en la primera etapa se había obnubilado en buscar el arco cuando Blanco estaba en posición para definir. Los detalles determinantes condenaron a la producción global de Lanús, que estuvo marcada por la intensidad en el despliegue. Quiso ser rápido y en varios pasajes complicó a Boca con su velocidad para al ataque, pero le faltó serenidad para resolver en los últimos 25 metros. Si bien Lanús sigue siendo identificable en su línea de juego, los movimientos que hubo en el plantel modifican un poco su perfil. Sin Graieb y Valeri resignó experiencia y pegada; con Grana y Ledesma incorpora ímpetu y trabajo colectivo. El tiempo dirá cómo asimila la ida de Sand. Tiene a Blanco, un volante con ritmo europeo, veloz con y sin la pelota, víctima de una alevosa patada de Ibarra en el comienzo del partido. En la zona media, la laboriosidad está asegurada con Fritzler y Pelletieri.
Lo de Boca fue desparejo en varios sentidos. Físicamente se lo vio por debajo de Lanús. Fue dominado en algunos pasajes y se hizo respetar en otros. Quedó la sensación de que así como ganó, también pudo perder. La formación no estuvo bien confeccionada. La banda derecha quedó casi inutilizada porque Medel no tiene condiciones para jugar abierto e Ibarra anda muy justo de combustible. Todo se volcó sobre la izquierda, donde Insúa fue el más desequilibrante y encontró un buen respaldo con el ingreso de Monzón. Boca había encontrado el primer gol con Cáceres y enseguida sufrió el empate con el cabezazo de Pelletieri. El partido siempre estuvo abierto, sobrevolado por cierta incertidumbre. Hasta que apareció Palermo con la certeza del gol, la que conoce como nadie.

"..De la mano de Marino.."


Al Coco Basile le prepararon la mejor máquina del país. Los fierros más destacados del medio local, sumadas a un conductor experimentado y un gran resultado en las pruebas preliminares, todo para afrontar la carrera del Apertura. Esa que Boca quiere ganar, más que nada en este semestre, para recuperar la gloria y clasificar a la próxima Copa Libertadores. Y tras un revés que lejos estuvo de ser definitivo, levantó una desventaja de dos goles en contra y celebró un empate que tenía mucho olor a derrota.Boca, indudablemente con el mejor plantel, nombre por nombre, se encontró en su propio campo con un Argentinos Juniors que nunca le temió. Un rival que le planteó un juego combativo y letal, con velocidad y mucha gente del mediocampo para arriba. Fue por eso que al Coco le costó encontrarle la manija al partido, sin Riquelme, su caballito de batalla, pero con Insúa y Gaitán, responsables de la creación.Borghi hizo un planteo inteligente y salvo por algunas falencias en defensa (flojo en el juego aéreo), para Argentinos, el primer tiempo tuvo una calificación que rozó la excelencia. Porque cuando tuvo que aguantar lo suyo lo hizo sin problemas, porque controló el mediocampo y en ofensiva confirmó la idea del entrenador al poner a Nicolás Gianni, Gabriel Hauche e Ismael Sosa, tres hombres rápidos para jugar de punta.Es cierto que Boca tuvo las chances más claras en el comienzo del partido. Pero el equipo del Coco pecó en lo mismo que Argentinos y sufrió con el juego de arriba, con la diferencia de que el Bicho supo provechar sus situaciones. Los cabezazos de Hauche y Gianni a los 30 y 46 minutos, respectivamente, fueron dos cachetazos que podrían ser golpes de nocaut para cualquier equipo con aspiraciones. Pero no lo fueron para el Xeneize.Porque el Coco movió el banco para la segunda etapa y en un ratito puso las cosas en su lugar. Basile mandó a la cancha a Guillermo Marino y Ariel Rosada en lugar de Gaitán y Gary Medel, de pobre actuación, y la movida le salió muy bien. Porque el ex Tigres de Monterrey descontó con un cabezazo en el amanecer del complemento y alcanzó la igualdad con un remate desde afuera del área ante de los 6 minutos. Suficiente tiempo para meterse a la gente en el bolsillo en su regreso al país.Argentinos se bancó los dos golpes de pie, porque tuvo resto tras lo hecho en la primera etapa. Pero Boca siguió empujando y tuvo las chances para ganar un partido que parecía perdido, aún sin tener demasiadas ideas. Marino intentó una chilena en el área y por muy poco no se ganó un monumento en La Bombonera. Insúa se cargó el equipo al hombro y arrinconó a su rival con centros y pelotazos al área. Pero el Bicho resistió.El equipo de Borghi sólo se dedicó a resistir el punto, un premio agridulce, tras la imagen ganadora con la que se fue el equipo al descanso. Apenas tuvo un remate desde afuera de Sosa y un cabezazo de Caruzzo, que se fueron muy cerca del arco de Abbondanzieri.Con el resultado sobre la mesa, los dos terminaron con un gusto raro en la boca. Uno, porque tuvo la victoria en las manos y no lo consiguió ante el candidato de todos. El otro, porque si bien levantó un partido perdido, dejó una imagen negativa más allá de esa ráfaga que le permitió llegar al empate. Boca y Argentinos repartieron goles, momentos y puntos. Muchas emociones para un comienzo de campeonato.