104 años pasaron desde aquel día, empujados por el amor a un barrio, las ilusiones juveniles y por el romanticismo de aquellos viejos buenos tiempos, cinco muchachos se unieron para fundar un club al que llamaron Boca Juniors. 104 años pasaron, desde aquel 3 de abril de 1905, y seguramente ninguno de ellos --ni el más optimista-- debe haberse imaginado en ese entonces hasta dónde iban a llegar sus sueños, hasta dónde iba a proyectarse lo que nació como una forma de "jugar a la pelota" de manera más ordenada, bajo una denominación. 104 años pasaron..... 104 años de alegrias, de grandeza, de cracks, de caudillos, de gambetas, de goles, de campeonatos, de vueltas olímpicas, de copas y más copas, de tribunas apretadas, de alaridos, también de amarguras. 104 años, al fin de cuentas, de una pasión. De un sentimiento. Porque Boca es mucho más que un equipo de fútbol. Boca es el color y el calor de un pueblo que aprendió a reir y a llorar, a gozar y a sufrir, con los dictados que viene desde la cuna.
"El corazón tiene razones que la razón ignora", argumentó Blas Pascal, cuatro siglos atrás. Quizás, desde esa antológica frase del fisólogo se pueda intentar una explicación más convincente sobre el fenómeno Boca. La otra, sin tantas pretenciones intelectuales ni idiomáticas, es más sencilla:basta con acercarse un domingo a la cancha. Ahí, en el cemento caliente y en ese azul y oro hechos banderas, están las verdades del alma. Las que no saben de razones, como diría Pascal. Las que sienten. Eso mismo: las que sólo sienten.
Competencia. 
Competencia. 
