domingo, 9 de agosto de 2009

"..Boca cambió su logo y hay problemas.."


Al igual que los jugadores, los hinchas tienen sus códigos, también inalterables, irreductibles. Uno de ellos impide cualquier tipo de promoción del enemigo (así sea azarosa o imperceptible).
Razón por la que los muchachos de San Lorenzo (los de la tribuna) se pusieron firmes con el imprevisible Pablo Migliore y le aclararon que "no van a tolerar" el tatuaje del escudo boquense que el arquero tiene en el torso.
Planteo tan razonable como difícil de satisfacer, a menos que Migliore, en un esfuerzo extremo por seducir a la hinchada hasta ahora díscola de su nueva institución, decida despellejarse.
En Boca el asunto es todavía más serio. El club cerró un acuerdo con LG, la compañía coreana de electrónica y comunicaciones móviles, que, a cambio de 2 millones de dólares anuales, logró colocar su logotipo en la codiciada camiseta, en reemplazo de Megatone.
Empresa y club parecen tal para cual, si uno se guía por las palabras de un tal Ki Mun Paik, presidente de LG Electronics Argentina, publicadas por http://www.grupodircom.com/: "El fútbol de Boca Juniors posee emblemas afines a la filosofía de LG: alta performance y estilo único, además del impacto internacional de su imagen".
El detalle antipático de esta afinidad comercial reside en que el logo de la compañía es, ¡horror!, blanco y rojo. Aunque algunos, en aras de suavizar la ofensa, dicen que el circulito que lucirá Palermo en su pecho "es bordó", la tribu boquense ya ha manifestado su encono.
"No por comercio vamos a vender nuestros colores. Prácticamente nos están poniendo el color del enemigo en el pecho... Como fanáticos y por el amor que le tenemos a la azul y amarilla, demostramos nuestro descontento con el nuevo sponsor", se lee en una esquina de Facebook, donde los hinchas alzan la voz bajo el nombre de "Bosteros en contra del logo de la camiseta".
Para la hinchada, los colores son sagrados y deben mantenerse incontaminados. Y el peor pecado es consentir algún tipo de mezcla o confusión con el pabellón enemigo, los colores prohibidos. Es de esperar, entonces, que el público boquense se mantenga intransigente en el reclamo.
Sin embargo, el celo que demuestran los hinchas en defensa de la integridad de su camiseta es una actitud tímida si lo comparamos con la obsesión corporativa por las marcas y logos.
Buena parte de la identidad de una compañía se cifra en estos elementos. Y lesionar la identidad, en este caso, supone arriesgar negocios.
Tal vez es factible que un camello pase por el ojo de una aguja, pero no que una empresa acepte modificar una línea o tono en el diseño de su logotipo. Se trata del estadio superior del fetichismo.
Se viene un combate entre gente muy apegada a sus símbolos. ¿Suavizará LG los pigmentos de su escudito o aceptará la hinchada los tintes gallinas en la camiseta auriazul?
La respuesta es muy sencilla y todos la conocemos. Será cuestión de copiar el optimismo de los fans más positivos y convencerse de que el rojo, bien mirado, es, sin lugar a dudas, bordó.

"..Boca cerró su gira.."


Boca cerró su gira por Europa y demostró su mejor rendimiento. Derrotó por 2-0 al AEK de Atenas, en Grecia, con goles de Martín Palermo y Pablo Mouche. Alfio Basile paró a los once que quiere que salgan "de memoria" con Abbondanzieri; Ibarra, Cáceres, Paletta, Morel; Medel, Battaglia, Insúa; Riquelme; Mouche y Palermo. En el local estuvieron los argentinos Sebastián Saja, en el arco, e Ignacio Scocco. En el inicio del partido, Boca fue el dueño de la pelota. De entrada ganó la mitad de la cancha con Battaglia y el chileno Medel, pero le faltaba velocidad para llegar con sorpresa al área. Sin embargo, manejó siempre el balón a ras del piso, con buen trato y criterio. Boca volcó el juego casi siempre por el costado izquierdo. Con tres zurdos como Mouche, Insúa y Morel, pasando al ataque en casi todas las jugadas, el equipo visitante se proyectó por ese sector en busca de la apertura del marcador. Aunque se repetía en centros para Palermo. Al Titán le costaba mucho entrar en juego, siempre bien custodiado por los centrales locales. Después de los 20, Boca perdió la pelota. Pereció ante la sofocante presión de los jugadores de camiseta amarilla. Pero tampoco sufrió mucho el arco de Abbondanzieri. Algún que otro remate desde afuera del área bien controlados por el Pato y también un par de centros que entre Cáceres y Paletta se encargaron de rechazar. Sobre los 42, Riquelme, muy activo, tocó hacia la derecha para Ibarra, que habilitó a Mouche. El delantero desbordó y envió el centro de derecha, al punto del penal. Palermo se despegó de su marca y metió el cabezazo al segundo palo para establecer el 1-0. Implacable, nada por hacer para Saja. Con la tranquilidad de verse en ventaja, Boca salió a jugar el segundo tiempo más relajado. Con la misma idea, la pelota en su poder y siempre contra el piso. Así, no le costó ampliar el marcador. A los 8, Riquelme metió un gran pase entre líneas y dejó mano a mano a Mouche. El siete definió con clase, de zurda, al palo más lejano de Saja y selló el 2-0. Después del segundo gol el partido quedó resuelto para Boca. Y Basile se dio el lujo de realizar cambios, para seguir probando en esta pretemporada europea. Primero fue Gaitán por Insúa, después cambió la dupla de ataque: Viatri y Noir en lugar de Palermo y Mouche. Por último ingresó Leandro Díaz por Morel, que se retiró con una molestia. De ahí hasta el final, Boca reguló, se defendió bien y no pasó muchos sustos hasta la finalización del partido. El equipo del Coco Basile terminó su serie de amistosos con una derrota (Manchester United), un empate (le ganó por penales al Milan) y tres victorias (Lask, Aris Salónica y AEK de Atenas). El lunes el plantel volverá a Buenos Aires para encarar la última etapa de la pretemporada antes del inicio del Apertura, donde debutará con Argentinos Juniors y no podrá contar con Riquelme, suspendido.